De viajes extraños

Esta carretera se ha vuelto interminable...a lo lejos la figura de un arbol; con hojas verdes y vivas como el sueño de tenerte nuevamente recostado y desnudo sobre mi vientre, con sudor en el cuello y semen entre las piernas, con hojas secas que traen a la mente aquellas tardes en el parque; con pasto en la espalda y tierra en las rodillas, con el deseo entre los labios y la inocencia en las pupilas.

El auto sigue avanzando los señalamientos indican que pronto llegaré a ninguna parte, que es justo a donde alguna vez planee no volver a llegar, esa imagen del arbol desolado de sol, me recuerda a mi figura sin la tuya, me recuerda los besos que soñe darte cuando el sueño ganaba la batalla al deseo, al abrazo que por miedo no te dí, al te amo que quedo en silencio.

Y es que involuntariamente todo me recuerda a tu olor, incluso este nuevo sol que me ilumina y hace brillar mi rostro, con sus desvarios y sus cambios de tono como mi estado de ánimo, como mi estado sin estar tú, no quiero que se nuble mi sol, ya no quiero un diluvio de lagrimas cayendo por un pecho lleno irremediablemente de tu nombre y de tus ojos.

Por eso hoy, esta carretera me trae cierto miedo, sus rectas son todas tan iguales y sus curvas me recuerdan tus brazos, donde en algun momento se que he de caer o por lo menos eso imagino, o por lo menos eso quisiera; este miedo es por mi sol que tiene la sonrisa fresca y sus manos grandes que me protegen de la lluvia que es justo donde tu olor siempre me lleva.

Me encanta viajar en carretera y tambien ver árboles solitarios en medio del campo, una que otra vaca en el día y estrellas fugaces en la noche, ahora no se si he manejado por horas o por dias, se me ha olvidado si vi pasar a la mujer de blanco que pide aventón, pero siento eclipsado mi corazón.